¿Embalaje perjudicial?
Un estudio reciente ha demostrado que el agua que se vende en botellas de plástico contiene el doble de hormonas que el agua del grifo. ¿Deberíamos desterrar estas botellas por temor a una amenaza para nuestros sexualidad ?
Estos son los resultados a los que han llegado los investigadores alemanes Martin Wagner y Jörg Oehlman, de la Universidad Goethe en Frankfurt. Este estudio, publicado en la revista. Ciencia ambiental e investigación de la contaminación, Dice que las botellas de plástico se liberan en el agua mineral, los llamados disruptores endocrinos. Estas hormonas, femeninas y masculinas, estarían el doble de presentes en esta agua que en el agua del grifo o la contenida en botellas de vidrio.
Los efectos precisos de estas hormonas de baja dosis en la salud aún no se conocen completamente, pero los científicos asumen que pueden interferir con el desarrollo y la función sexual y reproductiva en los seres humanos.
Las observaciones se realizaron en veinte envases plásticos de agua mineral vendidos en Alemania. Todos estos paquetes contienen tereftalato de polietileno (PET), un tipo de plástico que también está presente en las botellas plásticas de refrescos o aceites de cocina. PET también se utiliza para forrar el interior de ladrillos de bebidas de muchas marcas. Este componente se utiliza para garantizar "la transparencia del plástico, su resistencia al impacto, su bajo peso y su impermeabilidad al agua, gases y aromas", según el estudio.
Una experiencia increible
Para mostrar la actividad hormonal liberada por el plástico, el experimento consistió en colocar pequeños caracoles de agua dulce y levaduras modificadas genéticamente en el agua mineral incriminada durante dos meses. Como resultado, la levadura cambió de color, lo que destacó la presencia de hormonas, y los caracoles tenían el doble de pequeños como de costumbre.
Pero las observaciones diferían algo dependiendo de las botellas elegidas. De los 20 seleccionados, 12 demostraron una actividad hormonal superior en las levaduras. Segunda observación: el agua de los ladrillos está más contaminada por estas hormonas que el agua de las botellas.
Obviamente, este estudio generó un alboroto por parte de los fabricantes que fabrican estos plásticos para alimentos. Los dos investigadores simplemente querían resaltar la presencia de hormonas en las botellas, mientras que el BRF, la organización alemana especializada en evaluación de riesgos, respondió en una declaración que nada mostraba los peligros para la salud de tales hormonas.